Movimiento Juvenil Mexicano
MIÉRCOLES IRREMEDIABLES
Vivimos en un mundo controlado, al igual que en la selva, por el más fuerte. Solo que hemos llegado a un punto, en el que la fuerza no solo es física, esta fuerza se ha convertido en fuego y plomo, quien está mejor armado, así como quien es capaz de idear la mejor estrategia de guerra han pasado a convertirse en los reyes de esta jungla de asfalto.
En la edad media solía haber continuas transiciones de poder, en dichas transiciones el pueblo gritaba “¡Muera el Rey!” y a los pocos minutos de, literalmente, haber muerto el rey, el grito cambiaba a “¡Viva el Rey!” y así los cambios sucedían, en su gran mayoría, sin gran importancia ni trascendencia. Sin embargo, en un estado como el actual, carente de un Rey, o simplemente algún ente superior capaz de establecer un domino claro e irrefutable, se ha gestado una batalla por establecer a el macho alfa.
Al igual que los más primitivos animales, cada grupo establece su terreno y delimita el área en la cual, como cualquier ser vivo, nace, crece, se alimente, se reproduce y algunas veces con ayuda, otras con el simple pasó del tiempo, muere. El punto de interés, es precisamente lo que sucede al morir. Las demás bestias salvajes perciben el cambio, se preparan y de pronto, con agilidad felina, sacan las garras y empiezan a arrojar zarpazos, todo se torna álgido y ríspido, así, pueden pasar días o solo unos cuantos minutos pero al final, se logra restablecer el dominio.
Lo que preocupa no es el torbellino y la polvareda que se levanta durante la batalla sino lo que se ve cuando todo esto se disipa. En una guerra de este tipo, y si, dije bien, guerra; caen muchas víctimas del fuego cruzado, todos aquellos que tuvieron la mala suerte, que como comúnmente decimos, sin deberla ni temerla, se tropiezan con una bala en su camino y de pronto, dramáticamente, la vida huye de esos cuerpos que yacen en las calles, bañados en sangre y con sueños truncos.
Pero con la vida de los inocentes, no solo se van sus almas, también llega todo el dolor que abraza como la oscuridad a las noches, puesto que la muerte es cosa seria y no la sufre solo quien deja de vivir, sino también aquellos que uno a uno mantuvieron lazos y relaciones con aquellos que nunca más abrirán los ojos. ¿Cuántas familias no han perdido su sustento ya?
Mientras todo esto ocurre, hay poco que hacer, puedes sencillamente sentarte a esperar y rezar, según la fe lo mande, para así proteger a los seres queridos y ¿Por qué no? A uno mismo. Por otro lado, se puede levantar la voz y comenzar a crear una conciencia colectiva, con una capacidad de reaccionar de tal manera que le imponga a los cuatro vientos, un llamado a la paz.
No debemos permitir que la muerte de los inocente se vuelva cotidiano; el ser humano es un animal que ha logrado proliferar de sobremanera gracias a su capacidad de adaptación, o lo que es lo mismo, somos capaces de acostumbrarnos a todo, menos a no comer. En el momento que la muerte no tenga mayos significado que el simple hecho de sacar la basura, nos volveremos un poco más animales y un poco menos humanos.
Pero bueno, una vez más, nos encontramos en el ombligo de la semana y es momento de pensar y reflexionar sobre todo aquello que sencillamente es… irremediable.
IVÁN MONDRAGÓN FAJARDO
VICEPRESIDENTE DE ASUNTOS EMPRESARIALES Y AGRARIOS
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