Movimiento Juvenil Mexicano
MIÉRCOLES IRREMEDIABLES...
Vivimos en un mundo que no para, en todo momento somos víctimas del cambio y algunas veces pedimos a gritos que todo, si no se detiene, al menos reduzca su velocidad. Sin embargo, eso no sucede nunca, o “nos ponemos las pilas” y nos echamos a correr para alcanzar un lugar en la vida o simplemente nos quedamos atorados en un bache en medio del camino.
Creemos que somos algo o alguien durante tanto tiempo que no nos damos cuenta ni siquiera de que ya no somos eso que creíamos ser desde hace mucho tiempo. Esto que quiere decir, que no podemos encasillarnos a nosotros mismos en una supuesta autodefinición. Si el mundo cambia, es obvio y natural que nosotros cambiemos con él. Durante mucho tiempo creí que la constancia era permanecer y mantener una postura estoica ante la vida, con el paso de los años, me he dado cuenta que la verdadera constancia es simplemente la capacidad de reinventarse a sí mismo en todo momento pero sin dejar de ser la misma persona.
Hay cosas que si bien en esencia no cambian, se adaptan de acuerdo a su entorno; tal es el caso de los valores, los cuales en esencia le son propios a cualquier ser humano sin embargo cada sociedad en su tiempo y espacio los interpreto como pudo o quiso. No por esto podemos decir que eran malas personas o seres inhumanos, simplemente es cuestión de entender los entornos.
En nuestro caso, el entorno se ha convertido en un ente vivo y despierto, el cual necesita moverse, ir de arriba a abajo, de un lado a otro, en zigzag y además pegando tumbos. Si como miembros de esta sociedad no aprendemos a movernos al mismo ritmo, corremos el terrible riesgo de quedarnos atrás, en la cola y simplemente esperando algo que nunca va a volver a suceder.
La vida, día a día es distinta, ningún día es del todo igual a los demás. Depende de cada persona hacer especial cada uno de ellos y darles el valor y explotar el potencial de cada oportunidad. Es normal que pretendamos culpar a nuestro entorno por las cosas malas que nos suceden, pero hay que recordar que las cosas que nos afectan nos lastiman tanto como las dejemos hacerlo. Si vemos que alguien nos avienta una piedra, tenemos una de dos, quedarnos quietos y dejar que la roca en cuestión nos abra una alcancía donde entren monedas de a diez pesos; o reaccionar y hacernos a un lado y dejar que el fatídico proyectil se estrelle contra el vacio.
También reconozco que hay veces que no vemos de donde viene la piedra y algunas veces será inevitable salir golpeados, es entonces cuando la capacidad de reacción debe volver a salir adelante y empezar a hacer todo lo que esté en nuestras manos para sanar la herida.
A manera de conclusión, no me queda más que decir que la vida no nos va a esperar nunca, por eso tenemos la obligación de siempre tratar de ir más a prisa que ella.
Pero bueno, como cada miércoles nos encontramos en el ombligo de la semana y es tiempo de empezar a correr tras de todo lo que queremos que en verdad suceda que todo lo demás es sencillamente…
IVÁN MONDRAGÓN FAJARDO
VICEPRESIDENTE DE ASUNTOS EMPRESARIALES Y AGRARIOS
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