CIUDADANO 2.0
Gritos, brincos, llantos, sonrisas... El Estadio Azteca, un auténtico templo del fútbol que ha visto jugar a las dos máximas figuras de este deporte, tuvo el día de ayer un capítulo glorioso para un grupo de jóvenes. Afortunadamente este grupo de jóvenes victoriosos que son de nacionalidad mexicana, jugaban enfundados en la ya clásica casaca verde y disputaban la final de la copa del mundo de su categoría. Al final, y no como muchos de los mexicanos antes de su generación, la historia terminó con una victoria inobjetable en un marco más que esplendoroso.
La pobreza, la corrupción, la violencia, la misoginia, la flojera, la discriminación, y muchos otros males que nos acompañan, no son de ellos. De ellos, como el día de ayer, es el triunfo, la garra, las ganas, el esfuerzo... Esos son mexicanos diferentes, mexicanos que crecen en un entorno distinto que desea ser diferente a lo que muchos suponíamos 'que era de nosotros'. De esa comodidad a la que nos habíamos acostumbrado, donde 'de los males por lo menos el menos peor', ellos simplemente se la sacuden y se arriesgan para lograr eso 'que pensábamos que no se podía lograr'.
Hay una "larga tradición" de fracasos mexicanos en los deportes de conjunto. Difícil es entonces que el mexicano, con ayuda de otros, pueda trascender en un deporte donde se tiene que apoyar el uno con el otro. Bueno, eso era lo que creíamos que era una tradición, pues ahora son los muchachos quienes nos enseñan que el pensar que 'así son las cosas' es un muy grave error. La primera vez que México ganó un mundial de su categoría en fútbol fue en 2005, cuando un grupo de jóvenes jugadores realizaron lo que para nosotros fue toda una hazaña; hoy, seis años después en la misma categoría, otros muchachos distintos que seguro vieron ilusionados a los que primero se coronaron nos demuestran que no sólo se puede lograr sino que lo podemos repetir.
Es por eso que en medio de tanto festejo, de tanto salto y de tanta alegría, insisto en que es ahí donde realmente está el tan anhelado cambio que estamos buscando en este país. En los individuos, en las luchas personales y en el día a día. Dejemos de pensar un poco en los cambios grandes, de buscar liderazgos casi mesiánicos que no existen y que suponemos que nos llevarán a esa tierra prometida. Mejor pensemos en las pequeñas hazañas, en las historias comunes y en los esfuerzos cotidianos. Pensemos en que con un simple cambio de actitud y un muy profundo cambio de mentalidad, basta para que de verdad seamos ese país al que todos nosotros aspiramos.
Veamos a los más jóvenes, a los que no son culpables del desastre nacional, y veamos en ellos nuestra tarea más importante. Hagamos que sus infancias sean disfrutables, que sus juventudes sanas y llenas de aprendizaje, para que entonces su vida adulta sea plena y entonces, si así lo deciden, puedan replicar el buen trabajo que hicimos con ellos. Hagamos de estos jóvenes, de los bebés, de los niños, un México diferente en el que el discurso cotidiano cambie para bien de ellos. Hagamos que los viejos males de nuestro país, donde 'por lo menos antes estábamos menos peor', cambie por un 'por qué demonios nos limitamos si podemos ser mejores'. Hagamos que el triunfo, que es totalmente un logro de todo el equipo que ayer se coronó campeón del mundo sub-17, nos aliente a continuar en nuestras competencias cotidianas. En una de esas y replicamos un triunfo que sea nuestro y que también podamos compartir...
ENRIQUE F. A.
COORDINADOR
PROMOCIÓN / DIFUSIÓN
