CIUDADANO 2.0
Es toda una aventura viajar de cualquier modo por la ciudad de México. Si nos subimos a un pesero, probablemente formemos parte del "emocionante" viaje en alta velocidad sobre uno de los dudosos artefactos que transportan a miles de mexicanos en el Distrito Federal. Si viajamos en auto, probablemente terminemos enloqueciendo y escupiendo bilis por el hermoso y relajante tránsito de la ciudad. Eso sí, si llegamos a caminar, se vuelve toda una proeza tratar de evitar en banquetas (si es que las hay), árboles, ambulantes, coladeras destapadas y demás linduras que hacen de nuestra ciudad de México: Una ciudad en total y constante movimiento.
¿Y si tuviéramos alguna discapacidad? Imaginemos un momento que nos encontramos en una silla de ruedas. Imaginemos que nos es muy complicado lidiar con cualquier movimiento y que quizá con un poco de ayuda (y algo de tiempo y paciencia) podamos descender o ascender algunas escaleras. Bien, pues si usted es alguien activo que de pronto recayó en esta triste situación, lo más recomendable es que se recluya en su casa y jamás se arriesgue a salir de la misma.
¿¿Y ESO?? Bueno, todo eso por la simple y sencilla razón de que en esta ciudad pareciera que esa gente, los "otros", son prácticamente inexistentes. O quizá porque el hacer caso a medidas de seguridad, accesos y ayuda para los mismos, significan un gasto innecesario. Y es que seamos honestos, ¿quiénes serán mayoría? ¿Los de salud plena o los infortunados? Bueno, pues hasta tonta es la pregunta...
Hace varios meses en la ciudad de México se dió a conocer una noticia que impactó en algunos medios. La nota mencionada desnudaba el ineficiente sistema disponible para aquellas personas que sufren con algún tipo de incapacidad. Pero sobre todo, la poca o nula cultura social de muchos de los que trabajan en lo mismo. Si vamos detrás de una silla de ruedas, es probable que nos desesperemos y echemos mala cara a quien se le ocurrió sentarse en la misma y alentar nuestro camino. Si vemos a un anciano apestoso en el metro que nos pide su ayuda, porque anda en muletas; es más fácil ignorarlo y seguir con nuestro camino.
No hace falta hacer una investigación profunda para notar que en museos, restaurantes, universidades, edificios de servicio y hasta en sitios del mismo gobierno, es más fácil hacerle imposible la vida a estas personas, que el simple hecho de ayudar o contribuír para hacerles menos complicada su existencia.
Por eso no extraña leer que cerca del 90% de la población con este tipo de discapacidades, considere que le es más difícil obtener un empleo; mientras que el 50% de las mismas se sienten discriminados en la siempre tan abierta y alegre sociedad mexicana. Los datos se dieron a conocer por el presidente Felipe Calderón, hace ya algunos ayeres, dentro de la presentación del Programa Nacional para el Desarrollo de las Personas con Discapacidad.
El programa hablaba de accesibilidad hacia el transporte, hacia los sistemes y tecnologías de la información y de la comunicación; así como lograr que cerca del 90% de todas las instalaciones del gobierno federal en el país, cuenten con accesos plenos para todas las personas con discapacidad.
El plan entre, otras cosas, hablaba de la educación, de las oportunidades de acceso, de garantizar el desarrollo y aplicación de políticas de inclusión laboral, autoempleo y capacitación para personas con discapacidad.
Ok, el plan suena bien, pero más allá de ello (como en muchos de los cambios), la diferencia la harán las familias y el cambio de la cultura del mexicano que a veces pareciera que es discriminante por naturaleza. Sí, se soluciona con educación, pero se deberá solucionar desde el nivel primario, es decir, desde la formación familiar.
¿Y tú? ¿Qué propones? ¿Discriminas? ¿O ayudas a evitar esto?
ENRIQUE F. A.
COORDINADOR
PROMOCIÓN / DIFUSIÓN
This entry was posted on lunes, 25 de julio de 2011
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