Movimiento Juvenil Mexicano
PRECISIONES
Menciona Armando Fuentes Aguirre CATÓN, el autor del mi más reciente libro de cabecera que lleva por título “La otra historia de México”, que desde la época de Juárez ya se murmuraba aquello de que “en un país donde hay dos presidentes, en realidad no hay ninguno”. Dicho esto parece claro que la suerte de un país, en donde además de haber dos presidentes (ilegítimos por igual ambos) hay además demasiados poderes fácticos y nula separación de los poderes reales entre sí, es poco menos que lamentable. De lo anterior emana por tanto la inexistencia de una figura presidencial, por lo que no hay manera de que se configure entonces cabeza del Gobierno mexicano; lo que lleva inevitablemente a la inexistencia de instituciones y por tanto de Estado.
Vale la pena tener en cuenta que, sin restar peso a las acciones erróneas y omisiones (esas si muy atinadas) que han cometido los gobiernos y partidos políticos de éste país en los últimos años, es difícil en una sociedad que vive con temor a todo (no sin tener razón), y que además por fervoroso deseo de vivir en paz o por conformista y mediocre comodidad deja de participar y se abstiene de ejercer sus derechos (o los exige sin cumplir con sus obligaciones), el que se desarrolle la democracia real.
Una vez dicho esto, resulta indispensable preguntarnos ¿Qué hacer? Si no hay sociedad, no hay gobierno, y por lo tanto, no hay Estado. ¿Quá hacer?
Equivocados estamos estimados (as). Sí hay Estado, uno que se ha configurado, fundamentado y FOR-TA-LE-CI-DO mediante los excesos, tibiezas, abusos e inacciones de los gobiernos y clase política de años recientes. Un Estado que ha encontrado caldo de cultivo y carne de cañón en las generaciones actuales y venideras acostumbradas a la ley del menor esfuerzo agravada por la “perspectiva cero”. Una generación que sucumbe presa del hambre (de pan, de libertad y de reconocimiento) y que se subyuga frente a los embates consumistas y las imágenes pre-procesadas del éxito y el valor (eres lo que tienes, lo que puedes comprar u obtener simplemente).
Sin dinero, no tienes nada (dice el eco de la voz actual del sistema imperante). Mucho menos si además de no tener dinero, no tienes otros accesorios como coche, blackberry, laptop o iPhone. La presión social pujante y opresora, la herencia de la era actual y la generación del “aquí y ahora, no importa cómo”, así como el maligno bombardeo capitalista de consumo, orilla entonces a buscar satisfactores generados por la inexistencia de otros (que aún de existir no es seguro que suplieran a los primeros). Cadenas de oro y narco-corridos a todo volúmen generando la atmósfera circundante. Armas y poder impuesto, el nuevo caudillismo, mujeres y fiesta constante. No importa nada, quizás mañana me maten, pero hoy vivo como jamás he vivido ni viviré. El exceso se vuelve entonces en una forma de llorar el decoro, la suficiencia y la dignidad arrebatados.
Se fortifica el “placer por el placer” y se corre la cuarteadura en el tejido social para hacerlo trizas.
El gobierno impávido, se limita a observar mientras las bolsas de sus altos mandos se llenan sin tener siquiera que cambiar de bando, “AD POPULLUM PANEM ET CIRCENSES”.
El juego político deja de ser ideológico y se torna en “versátil”, ya mediático, ya con matones y “mensajeros”, siempre con demagogia. La decepción y falta de oportunidad destruye y aleja de la noción de un “estado de derecho” no sólo a la sociedad, sino a las propias autoridades. Sin existir más autoridad que la del más fuerte, el poderoso, el armado o el temerario.
La ley es letra muerta, igual que el patriotismo y orgullo nacional. Nada hay ya que los motive como antes se pensaba.
Sin embargo, el “Nuevo Estado” (la delincuencia organizada), capaz de adquirir compromisos y cumplirlos, de generar condiciones para ser preferido por la gente, para dar dádivas sin otro compromiso exigido que el de la lealtad, la obediencia, el cumplimiento y sobre todo firmemente capaz de imponer su ley, ha dado un rayo “oscuro” de esperanza a aquéllos olvidados o enajenados y enloquecidos por el mundo actual, que se “importa” a nuestro país mediante Internet, televisión etc.
Es necesario una nueva clase política, que promueva la inclusión, que genere consensos y participación. Que sea capaz de abrir los ojos de la gente para demostrarles que no hace falta matarse o dañarse para obtener un beneficio, que sus instituciones (siempre que se les respalde y afirme) los apoyarán, que su gente estará ahí.
¡Luminoso futuro vislumbramos!
Sigan peleándose en vez de llegar a acuerdos, rómpanse los huesos a plomazos, ahóguense en sangre, saliva y mierda. Al final el ciudadano y su conciencia de grupo y aquella corriente, ideología o dogma que impulse el diálogo, el trabajo, la solidaridad y el compromiso, serán los únicos que queden de pie.
SEBASTIÁN LOZANO GONZÁLEZ DE COSÍO
PRESIDENTE ELECTO DEL COMITÉ DIRECTIVO
DEL DISTRITO FEDERAL
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